Desarrollar la flexibilidad sin acompañarla de un trabajo de fuerza desequilibra nuestra ergonomía y puede traer grandes lesiones, sobre todo a nivel articular. Recordamos que una de las estructuras que más tiempo tarda en acondicionarse al Asana son los ligamentos (estas banditas que unen dos huesos entre sí). Los ligamentos están compuestos principalmente de colágeno y no son elásticos, una vez elongados (elongación: alargamiento accidental de un miembro o de un nervio) no recuperan su forma original.
Por ello, cuando elongamos estas estructuras debemos combinarlo con el fortalecimiento de los músculos que están alrededor de la articulación. De no hacerlo así, podemos encontrarnos con articulaciones poco estables y más susceptibles de sufrir una lesión. En la Sadhana es tan importante estirar como fortalecer.
Otro punto fundamental a tener en cuenta es la relación existente entre fuerza interna y fuerza exterior. El Asana es un trabajo que va más allá de lo orgánico. Cualquier circunstancia cotidiana es una oportunidad para aplicar los principios internos del yoga. Cuando realizamos Asanas de fuerza y los sostenemos el tiempo suficiente, podemos notar presión interna, una presión no solo orgánica sino también procedente de nuestro vital y mental. Esta presión intenta hacernos huir de la situación, y suele ir acompañada de una sensación de prisa, en este caso para deshacer el Asana.
Es en este punto donde se nos presenta la oportunidad de crecer en voluntad, en calma y en capacidad de sostenimiento, aunque estemos bajo el influjo de una presión interna.
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