El yoga es una disciplina de la India que tiene más de 4.000 años y combina la práctica física con la meditación para conseguir el equilibrio entre cuerpo, mente y emociones, lo que nos regalará una inmensa paz.
Disfrutar de una sesión de yoga al aire libre puede ser justo lo que necesitemos para reconectar con nuestro interior, para salir de la rutina y para sentirnos unidos a nuestro entorno, del que formamos una parte esencial, del mismo modo en que este lo forma de nosotros mismos.
Al estar fuera, podremos intensificar la experiencia en muchos sentidos. La naturaleza tiene el enorme poder de inspirar todas las sensaciones que desde casa resultan tan difíciles de alcanzar. Respiración profunda, conciencia, quietud… Una brisa ligera puede, por ejemplo, ayudarnos a profundizar nuestra respiración. El calor del sol, mientras tanto, relaja nuestros músculos, haciendo que adquieran una mayor flexibilidad. Además, los pequeños elementos en el entorno pueden ayudarnos a concentrarnos en lo que estamos haciendo.
Muchos de los aspectos que dan sentido a la práctica en su origen tienen que ver con la armonía que uno mismo pueda sentir con su persona, con la naturaleza y universo.
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