Cuando llega esta época del año, todos nos planteamos si continuar con nuestras disciplinas y rutinas de ejercicios o permitirnos un descanso. En el caso del Yoga os recomendamos que no lo abandonéis y os contamos el por qué!!!!!!!

Al igual que los distintos momentos del día, las estaciones afectan de manera distinta al organismo y las emociones.

El verano es la estación de la luz y el calor. Es un periodo en el que se puede experimentar fácilmente la energía, potenciar la desintoxicación del cuerpo y la flexibilidad, así como asegurar el correcto funcionamiento de numerosas funciones orgánicas.

Una práctica de yoga adecuada potencia esa energía y flexibilidad y mejora la paz interior. El calor de la época estival facilita la flexibilidad de los tejidos y permite la eliminación de residuos tóxicos a través del sudor.

La práctica de yoga trabaja el cuerpo, la mente y el espíritu de manera global.  Según la medicina china, en verano la emoción que debe ser equilibrada es la alegría, y los órganos más expuestos, el corazón y el intestino delgado.

Cuando el organismo siente calor, la sangre se vuelve menos densa y circula mejor; el metabolismo se acelera y el sistema cardiovascular se activa.

Cuando la energía ya es calurosa de por sí, es recomendable realizar una práctica que enfríe y calme la temperatura interior, a base de técnicas de meditación, pranayamas (ejercicios de respiración) y asanas (posturas físicas).

Se puede iniciar la secuencia con «saludos al sol», siempre que no haga un calor extremo, y continuar con cualquier flexión hacia delante, ya sea de pie, sentado o tumbado. Algunas opciones son:

  • Padangusthasana: inclinación hacia delante agarrando los dedos gordos del pie.
  • Prasarita Padottanasana: flexión hacia delante con las piernas separadas.
  • Paschimottanasana: flexión hacia delante sentado en el suelo.
  • Janu Sirsasana: flexión llevando la cabeza a la rodilla.

Para finalizar, es recomendable realizar alguna postura invertida.

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