Una transición en yoga se refiere al movimiento fluido y consciente que se realiza para pasar de una postura (asana) a otra. Estas transiciones son importantes porque conectan las diferentes posturas de manera armoniosa, ayudando a mantener la fluidez y el ritmo en la práctica. Las transiciones pueden ser tan simples como moverse de una posición de pie a una posición sentada, o más complejas, involucrando movimientos más elaborados como giros, flexiones o equilibrios.

Las transiciones en yoga no solo son físicas, también tienen un aspecto mental y espiritual. Son momentos para mantener la atención plena, la respiración consciente y la conexión con el cuerpo y la mente. Una transición bien ejecutada puede mejorar la fluidez de la práctica, ayudar a evitar lesiones y promover un estado de calma y concentración. En esencia, son una parte integral de la práctica de yoga, que va más allá de las posturas individuales.

Os explico 3 formas diferentes aquí:

1. Transición fluida: Utiliza la respiración para guiar el movimiento entre las posturas. Inhala para prepararte y exhala mientras te desplazas suavemente hacia la siguiente posición, manteniendo la conexión entre cada movimiento.

2. Transición en movimiento: Incorpora un movimiento continuo entre las posturas, como pasar de una posición de pie a una flexión hacia adelante o a una posición sentada, manteniendo la fluidez y la energía en la práctica.

3. Transición con apoyo: Usa elementos externos como bloques, correas o la pared para facilitar el cambio de plano entre las asanas, proporcionando estabilidad y seguridad mientras te mueves de una postura a otra.